Mujeres en los CIE

Gaurkotasuna
13 Iraila 2021

Son una minoría en los CIE, centros de internamiento de extranjeros, pero entre ellas hay víctimas de violencias machistas como la trata o la mutilación genital. Dentro, además, se enfrentan a agresiones y tratos vejatorios sexistas

“Las susceptibles de ser encerradas son mujeres vulnerabilizadas por la ley de extranjería, la mayoría hace años que viven condenadas a trabajar en la economía sumergida; condenadas al trabajo precario”.

Para las que han subsistido durante años en España en condiciones de precariedad; para quienes huyen de violencias en el país de origen; para las que han sufrido agresiones sexuales y de todo tipo en el periplo migratorio, la violencia que implican los CIE se suma a este continuo. Su máxima expresión es el encierro de mujeres que han sido víctimas de trata.

Como consecuencia de la covid-19 se cerraron los ocho CIE de todo el Estado pero con su reapertura el espejismo terminó y, según han alertado varias ONG que visitan a las personas internas en el CIE de Madrid, tras su reapertura se ha producido un auge de malos tratos.

Tal y como se señala en el informe "Regularizar lo inhumano"  hay una “elevada frecuencia de presuntos comportamientos delictivos de agentes de policía”, especialmente en forma de agresiones y tratos vejatorios a las internas, en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Madrid, el único que actualmente encierra a mujeres, aunque no se han registrado acciones de depuración de responsabilidades.

Varias ONG han  comunicado estos hechos a la Fiscalía de odio, a la de extranjería y al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Han reclamado a estas instituciones una mayor implicación en la investigación de posibles casos de tortura y tratos degradantes y vejatorios.

Aunque las agresiones documentadas y denunciadas como posibles delitos de odio corresponden al CIE de Madrid, el diagnóstico es de aplicación a otros CIE ya que, como explican estas ONG, el sistema policial que los rige, el procedimiento de presentación de quejas y el funcionamiento de la atención a la salud es el mismo.

  • Denuncias de abusos sexuales, el detonante del  Cierre del CIE de Málaga en 2012

En las denuncias realizadas ante las Fiscalías y el CGPJ, las agresiones más visibles, las físicas, han sido registradas exclusivamente contra hombres, pero esto no significa que las mujeres encerradas queden al margen de la violencia. Contra ellas se utiliza violencia verbal y psicológica. Además, en el caso de las mujeres a los insultos racistas se le añade un trato vejatorio centrado en su sexualidad.

La denuncia de abusos sexuales contra internas por parte de agentes de la Policía Nacional fue el detonante para cerrar en 2012 el CIE de Málaga. Este centro acumulaba además denuncias por irregularidades policiales y por sus deplorables condiciones.

“Hay una situación de vulnerabilidad entre las mujeres encerradas porque de un abuso de poder a un abuso sexual no va tanto”, afirma Josetxo Ordóñez, abogado de Migra Studium, una de las organizaciones que visita a personas internas en el CIE de Barcelona, donde se prevé que pronto también vuelva a internarse a mujeres.

  • Irregularidad sobrevenida, abusos laborales, múltiples violencias ...

 “Las susceptibles de ser encerradas son mujeres vulnerabilizadas por la ley de extranjería, la mayoría hace años que viven condenadas a trabajar en la economía sumergida; condenadas al trabajo precario”.

En el CIE de Madrid predominan las mujeres empleadas en el trabajo del hogar y los cuidados y en el trabajo sexual. Hay casos en los que han sufrido irregularidad sobrevenida –han perdido el permiso de residencia– y otros en los que no han podido regularizar su situación por las condiciones laborales que tienen que soportar o el tipo de trabajo a los que pueden optar. 

Según datos oficiales recogidos por el Servicio Jesuita a Migrantes, las mujeres son una minoría entre las personas detenidas en CIEs. Durante el periodo de 2020 en el que los CIE estuvieron activos, 2.224 personas fueron encerradas y solo 16 fueron mujeres. Durante el 2019, fueron encerrados 6.302 hombres y 171 mujeres.

Sobre la brecha de género en estos dispositivos, desde el SJM plantean que la irregularidad “de un chico negro que ha llegado en patera o que ha saltado la valla de Ceuta o Melilla no es tolerada, mientras que hay otra irregularidad políticamente más tolerada”, la de quienes a menudo se encargan de cuidar: mujeres procedentes principalmente de América Latina.

Ahora bien, el riesgo de ser deportadas y el temor que genera está igual de presente en las mujeres y una de sus consecuencias es soportar hasta extremos las violencias machistas, por parte de la pareja o en el marco laboral.

A menudo, cuando las mujeres son encerradas, previamente han sufrido violencias “socialmente menos perseguidas, dentro de lógicas totalmente aceptadas, como son los abusos sobre las trabajadoras del hogar y los cuidados”.

Por otro lado, de acuerdo al estudio de 2013, de M. Escamilla, “Mujeres en el CIE”,  otro de los perfiles destacados entre las mujeres encerradas es el de aquellas que ejercen la prostitución.

“La ley de extranjería se ha ido enganchando con otras leyes, como la ley mordaza, que permite detener a una mujer en calle por ser extranjera y sospechar que está ejerciendo la prostitución, y es suficiente para abrirle expediente de internamiento”. 

  • Desprotección internacional 

El macro CIE que está en construcción en Algeciras, con una inversión prevista de más de 20 millones de euros, volverá a encerrar a mujeres. Es muy preocupante que vuelva a haber mujeres internas que han sufrido violencias machistas, mutilación genital, víctimas de trata e incluso menores. De acuerdo a los procedimientos ordinarios, solo la policía las puede identificar oficialmente y las ONG han podido constatar que no lo hacen.

Tal como denuncian estas ONG, “lo importante para la policía y el Ministerio de Interior es la condición de irregularidad administrativa; es lo que prima por encima de cualquier vulnerabilidad y del derecho a solicitar protección internacional”. 

En 2019, 2.164 personas solicitaron protección internacional desde un CIE. Solo fueron admitidas a trámite 326, es decir, ni dos de cada diez solicitudes.

  • Salud a la deriva 

Las ONG también han expresado su preocupación por el habitual suministro de medicamentos dirigidos a calmar el miedo y la ansiedad.

A la utilización de medicación psiquiátrica sin suficiente control médico especializado, se le suma la ausencia de atención a la salud mental, en un contexto en el que no es excepcional que el progresivo deterioro psicoemocional de las personas las lleve hasta autolesionarse.

La atención sanitaria en los CIE, funciona al margen del sistema público; está externalizada y subordinada a una lógica securitaria y ciega a las necesidades específicas de las mujeres.

Se trata de un servicio es insuficiente y las consultas se realizan frecuentemente en presencia de policía y sin traducción, algo que dificulta expresar información sensible relacionada con la salud. Y además, esta presencia policial “condiciona el libre ejercicio de la profesión sanitaria”. Una de las consecuencias es la falta de informes “completos y correctos” tras lesiones fruto de presuntos abusos policiales. 

La insalubridad ha sido motivo también de numerosas quejas ante los juzgados de control. En el caso de las mujeres, es habitual encontrar problemas incluso para mantener la higiene personal durante la menstruación.

Fuentes: Ctxt, M. Rigol