La vacuna que cambiará a todas las demás vacunas

Actualidad
13 Febrero 2022
  • Un nuevo estudio del Center for Global Development (CGD) compara la experiencia de la covid-19 con la de otras enfermedades prevenibles con una vacuna. El resultado es una esperanzadora noticia para la salud global.
  • La monumental paradoja de esta pandemia es que el fracaso en distribuir la vacuna de forma equitativa se ha producido en paralelo con el proceso de inmunización más rápido, extendido y exitoso de la historia de la humanidad.

El proceso que está detrás de una estrategia exitosa de inmunización es costoso, complejo y lento, exasperantemente lento. Tomen el caso de las vacunas contra las once principales enfermedades infecciosas que amenazan cada año la vida de centenares de millones de personas. Ninguna de ellas ha logrado niveles de cobertura superiores al 75% en las tres décadas posteriores a la identificación de su respectivo patógeno. En algunos ejemplos célebres –como el de la tosferina, el tétanos o la difteria, prevalentes hoy en decenas de países pobres– 80 años no han sido suficientes para lograr una cobertura inmunitaria universal. Las vacunas, una de las verdaderas balas de plata de la medicina desde hace ya más de un siglo, han sido al mismo tiempo una frustración constante para la comunidad de la salud global.

Todo esto puede cambiar con la covid-19. La monumental paradoja de esta pandemia es que el fracaso en distribuir la vacuna de forma equitativa –aún hoy, solo el 10,4% de cobertura media en países de renta baja– se ha producido en paralelo con el proceso de inmunización más rápido, extendido y exitoso de la historia de la humanidad. Un proceso cuyas lecciones deberían trasladarse cuanto antes a otras enfermedades de la pobreza y que abre oportunidades insospechadas para la salud global.

El think-tank estadounidense Center for Global Development (CGD) ha hecho público muy recientemente un estudio que utiliza la perspectiva histórica para interpretar el desafío de la inmunización en un mundo poscovid. Amanda Glassman, investigadora senior del centro y una de las autoras del informe, señalaba en su nota de presentación: “La velocidad de desarrollo y distribución de la vacuna covid-19 fue revolucionaria. Esto no es solo el resultado del esfuerzo de iniciativas como la de Covax y la de la Unión Africana, sino también una buena noticia para el futuro de la preparación y respuesta ante una pandemia”. Dicho de otro modo, la incapacidad o la negligencia de la comunidad internacional para hacer llegar un número aceptable de dosis a los países más pobres debe ser una razón para hacer mejor las cosas, no para ignorar la consecución histórica de este proceso en el resto del mundo.

Algunos de los datos del informe nos aportan otros enfoques:

  •  La campaña de vacunación frente a la covid-19 logró en un año una cobertura más amplia en todo el mundo que cualquier despliegue comparable de vacunación en tres años.
  • El número de vacunas anuales contra la covid-19 suministradas durante la pandemia es ya 8,9 veces el tamaño del programa mundial de vacunación contra la gripe, y 21 veces el de las vacunas anuales contra el sarampión.
  • Precisamente en el caso del sarampión, los países de renta media y baja tardaron seis años más que los países de renta alta en alcanzar la cobertura del 20% de la población diana desde el inicio del despliegue de la vacuna. Con la covid-19, los países de renta media y baja alcanzaron el umbral del 20% seis meses después de que lo hicieran los países de renta alta.

¿Se imaginan lo que esto significa para el camino que nos queda por recorrer? Una estimación reciente eleva a 50 millones las vidas salvadas en las dos últimas décadas como consecuencia de los programas masivos de vacunación. Pese a todo, una enfermedad tan fácilmente prevenible como las paperas condena cada año a la muerte a cerca de 85.000 niños y niñas menores de cinco años. Son 117.000 víctimas evitables a causa de la tosferina, 236.000 por meningitis y 1,2 millones por tuberculosis. La lista continúa hasta completar la docena de enfermedades que son prevenibles, en parte, con una vacuna y que determinan cada día la vida, la seguridad y la prosperidad de medio planeta. Con la introducción de nuevas tecnologías, como las basadas en el ARN mensajero, la posibilidad de ampliar pronto esta lista ha dejado de ser una quimera.

La monumental paradoja de esta pandemia es que el fracaso en distribuir la vacuna de forma equitativa se ha producido en paralelo con el proceso de inmunización más rápido, extendido y exitoso de la historia de la humanidad

Como en el caso de la covid-19, no hay nada sencillo en el desafío de la inmunización global. Una de las secciones más pedagógicas del estudio del CGD es la que describe todas las variables de la compleja ecuación de la que depende el éxito de una vacuna: identificación del patógeno; investigación, desarrollo y aprobación; producción; distribución; y aceptación por parte de los destinatarios. Además, claro está, de la factura y financiación de todo el proceso. Solo el coste de la vacunación gratuita de covid, recuerdan, supone para los Estados de muchos países una inversión per cápita superior a la del conjunto del gasto público en salud. Ahora que, gracias a la pandemia, todos nos hemos graduado en epidemiología y economía de la salud, estamos mejor preparados para entender lo que esto significa.

Por eso resulta llamativo el caso de la covid-19, cuando se le compara con el desarrollo histórico de la pauta rutinaria de vacunación infantil, la de la viruela o la de la propia gripe. Todo ha sido más rápido, más grande, más intenso. “Es un signo de progreso que lo que podríamos haber logrado sea mucho mayor que en el pasado, y que lo que sí logramos sea un récord en términos de velocidad y alcance [de la vacunación], a pesar de sus deficiencias”, señalan las conclusiones del informe.

La pandemia del coronavirus cambia las reglas del juego: en nuestra comprensión de los riesgos sistémicos para salud y en la necesidad de prepararnos adecuadamente frente a ellos; pero también en las posibilidades extraordinarias de un esfuerzo global de inmunización que concentre conocimiento, recursos y voluntades alrededor de una estrategia común.

El desafío de la salud global en el siglo XXI no solo es prevenir la próxima pandemia, sino poner fin de una vez por todas a las pandemias atávicas que lastran hoy el futuro de centenares de millones de pacientes olvidados. Las vacunas están de moda.