“La vida en un campo de fresas” en tiempos de COVID

inspecciones de trabajo en campos de temporeros
Actualidad
23 Julio 2020

Antes de la COVID-19, a finales de febrero, se desarticuló una red de trata que llevaba nueve años captando trabajadores y trasladándolos a España. La Guardia Civil calculó que podrían haber traído a más de mil personas en condiciones de explotación laboral para las campañas de la aceituna, la uva o la fresa de distintas empresas españolas en las provincias de Castellón, Valencia y... ¡¡Lleida!!

¿Sus "condiciones de trabajo" antes de la pandemia?: pisos de tres habitaciones y totalmente insalubres para 25 temporeros, jornadas laborales de 12 horas sin descanso semanal, quince minutos para comer, prohibición de salir de la casa salvo para trabajar y en compañía de alguien de la organización, control de las tarjetas de crédito de las que les retiraban dinero a su antojo y nóminas irrisorias. Además, debían pagar por la gestión de documentos que nunca se les entregaba, por el transporte al puesto de trabajo y por el alquiler de la infravivienda.

Ahora, con los rebrotes de COVID19, las administraciones públicas han depositado toda la responsabilidad de control del virus en los individuos, en la comunidad y en  este caso, en los empresarios agrícolas. Muchos de ellos contratan, como explicábamos previamente, en  condiciones de semiesclavitud y precarización extrema, se quejan de las inspecciones de trabajo y no han facilitado las medidas sanitarias mínimas que exige esta pandemia a sus trabajadores.

Pero si el trato que reciben los temporeros por parte de sus empleadores es muy malo, los medios de comunicación, con las noticias sobre los contagios e incidentes, además están ayudando a que la ciudadanía los estigmatice y  empiece a visualizarlos como "chivo expiatorio" y culpabilizarles por la transmisión del virus.

Hace un año aproximadamente Patricia Azpillicueta  ganaba el concurso (*) puesto en marcha por el grupo de organizaciones de ITD (Iglesia por el Trabajo Decente) en Valencia con este cuento, "La vida es un campo de fresas". Con este relato, basado en una historia real, nos ayudaba a leer los pensamientos de una mujer migrante que recogía fresas, de una “temporera”. Al revisarlo ahora, no hemos podido evitar pensar a su protagonista, Zina, y preguntarnos si estará bien o si habrá enfermado o si le habrán echado la culpa del contagio en su campamento...

Fuentes: Eldiario.es (V.Assiego) y P.Azpellicueta

 (*) En la organización de este concurso participaron muchas entidades de la diócesis de Valencia y todas ellas, como gesto de apoyo a la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, compartieron el lunes día 7 de octubre, esta historia en sus blogs y redes sociales.